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Si el cuerpo es la maquinaria del actor, la imaginación es en gran parte su combustible.

Stanislavski decía que el mejor amigo del actor era la imaginación, un “si” mágico, que obra para que las más diversas posibilidades vivan en el escenario. El actor necesita una imaginación atrevida, porque con sus imágenes mentales ilustra una quimera. No sólo crea, sino que cada día infunde nueva vida a lo que ha creado, y lo repite generosamente para que otros, desde la butaca podamos también imaginar ese mundo: «Stanislavski hace hincapié en que no existe vida real en escena. La vida real, declara categóricamente, no es arte; esta declaración debería ser tomada en cuenta por los críticos que lo han acusado de desear introducir una mera imitación de la vida real en escena. La naturaleza del arte, señala, requiere de ficción, la que es aportada en primer lugar por la labor del autor. El problema del actor y su técnica creadora es por tanto, cómo transformar la ficción de la obra en realidad escénica artística. Para hacerlo, él necesita tener imaginación» (Libro Stanislavski, K. “El arte escénico”. Introducción de David Magarshack. Editorial Siglo XXI. 2009)

El teatro es ficción, todo lo que ocurre allí es ficción, el actor pronuncia en voz alta y clara, delante de cientos de espectadores, una declaración de amor que en la vida real seguramente le susurraría a su amante en el oído, estando solos.

En el escenario su energía tiene que llegar a conmover no sólo a su amada sino también al espectador de la última fila. Es evidente que el arte del actor no es trasladar la vida real a la escena, sino dar la sensación de verdad a la ficción que está viviendo y su imaginación le ayudará a vivir en el “como si” de la escena.

La imaginación es la dimensión que tenemos los hombres para construir imágenes, y las imágenes son madre y padre del pensamiento creativo de los seres humanos.

La palabra: imagen, proviene del latín imago: imitar. La imagen mental es una imitación o representación de un hallazgo sensible. Existe la costumbre de reservar el término imagen para referirse las imágenes visuales, sin embargo, una imagen puede pertenecer a cualquier modalidad sensorial, cualquier estímulo externo que impresiona a nuestros sentidos puede convertirse en una imagen. Las imágenes son huellas, de lo que vemos, oímos, sentimos con todos nuestros medios.

Pensamos con palabras e imágenes, aunque el lenguaje suele tener un lugar especial en el pensamiento de los adultos. A medida que crecemos la palabra va ganando lugar a las imágenes, destacan las palabras, las creencias y los mensajes verbales imborrables. Pero lo mental también abarca imágenes, símbolos, recuerdos, melodías, paisajes, que no tienen que ver con la palabra y pertenecen al ámbito de lo mental.

Las imágenes mentales pertenecen al ámbito de nuestra experiencia fenomenológica y están básicamente bajo el control de lo cognitivo. Las imágenes mentales son entidades que surgen cuando recordamos, pensamos, captamos el mundo. Y nos ayudan a constituir el universo simbólico en el que estamos inmersos.

Cada símbolo se cargan de sentido para nuestra mente consciente y no consciente: una imagen, un dibujo, un objeto concreto, una figura, una forma, sugiere, evoca y provoca un movimiento inevitable.

Einstein aseguraba que su destreza particular residía en visualizar los efectos, consecuencias y posibilidades de la física, es decir trabajaba con su imaginación. Las imágenes mentales le permitieron realizar experimentos en su imaginación para llegar sus teorías físicas. La elaboración matemática de la teoría de la relatividad fue posterior a la comprensión visual.

En teatro el actor trabaja con las huellas de la realidad que en algún momento dejaron una impronta en él. Si le decimos a una persona que interprete una prostituta, lo primero que hará es imitar una imagen estereotipada.

Las imágenes pueden orientarnos o limitarnos en nuestra acción. Explorar nuestras imágenes limpia y allana el lugar de la creación teatral.

La Gestalt se centra especialmente en el aquí y ahora y las expectativas respecto a nuestro futuro o las imágenes de nuestro pasado fueron consideradas por Perls fantasía, pura y simple especulación que debíamos asumir como tal. Pero el mismo Perls en la práctica, trabajaba la zona intermedia entre el pensar y el actuar, por medio de la imaginación.

La imaginación moviliza o paraliza, puede tener un efecto transformador o generador de fantasías catastróficas. Nuestra imaginación ocupa muchas horas de la vida. Sin imaginación nuestros medios para acceder al mundo exterior serían muy rudimentarios, aunque tal vez más cándidos.

 Así creamos el mundo con nuestra invención particular y lo que entendemos por realidad es el resultado de una vicisitud imaginativa, y es nuestra responsabilidad.

El teatro

Author El teatro

Mª Laura Fernández e Isabel Montero son las autoras del libro: "El teatro como oportunidad". Un enfoque del teatro terapéutico desde la Gestalt y otras corrientes humanistas. Trabajan en el Institut Gestalt de Barcelona, con "Teatro y Gestalt".

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