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Darse cuenta es una premisa básica en la terapia Gestalt. A lo largo de nuestra vida desarrollamos infinidad de automatismos en nuestra relación con los demás y con nosotros mismos. Generamos nuestras respuestas automáticas a partir de nuestras experiencias de relación con nuestra familia en un nivel más próximo y con nuestro entorno social a un nivel más amplio.

Nuestro entorno nos da constantemente feedback, lo pidamos o no, sobre nuestra conducta: si es la que se espera de nosotros por razón de edad, género, valores, creencias… La respuesta, explícita o implícita, que recibimos de aquellos que nos rodean, van conformando nuestra manera de actuar, la cual vamos identificando progresivamente con quiénes somos: soy simpática, tímido, arisca, creativo, cariñosa, honesto… Como si de las capas de una cebolla se tratara, nuestros deseos y necesidades más nucleares quedan envueltos por las construcciones que hacemos de todas las expectativas de aquellos que nos rodean y de las propias. Así, nosotros mismos creamos los mecanismos automáticos que nos protegen del dolor de no gustar o decepcionar al otro: defensa, ataque, huida… llegando a creer que nosotros también somos todas las capas que hemos construido.

El proceso de darse cuenta pretende ponernos en situación de observar e identificar las respuestas que damos sin ser conscientes de ello y el teatro es una herramienta extraordinaria para tal fin.

El objetivo no es tanto darse cuenta de lo que hacemos mal (en las sesiones no existe el mal hecho/bien hecho) sino de darse cuenta de lo que hacemos o dejamos de hacer: aquello a lo que nos lanzamos por que nos es cómodo o aquello que no nos permitimos llevar a cabo.

Llevar la teoría a la práctica. Acción!

En las sesiones de trabajo de teatro y Gestalt hacemos siempre propuestas de trabajo vivenciales que nos acercan a aquellos aspectos de nosotros mismos que solo son observables en la acción, es decir, participando y siendo consciente de lo que nos ocurre en el momento mismo en que lo estamos experimentando.

Planteamos poner la atención en una las tres zonas desde las que podemos vivir nuestra propia experiencia: la zona interna, la externa o la de la fantasía.

La primera se refiere a nuestro contacto con nosotros mismos, con nuestro espacio emocional interior. La segunda a nuestro contacto con aquello que nos rodea y que se encuentra mediado por nuestros sentidos. Y, la zona de la fantasía, se refiere a nuestro mundo mental ya sean ideas, recuerdos, planes… nuestro diálogo interior.

La sesión de teatro y Gestalt nos proporciona el contexto perfecto ya que todo lo que ocurre en ella es real. La relación con el otro y con el contexto es una propuesta inventada, artificial, pero al vehicularlas entre personas reales su impacto es verídico, y aporta la experiencia auténtica y vivencial imprescindible para poder tomar conciencia de lo que nos está ocurriendo a nivel de una u otra zona de contacto. Sólo la experiencia real, la acción, puede ayudarnos a darnos cuenta de cómo actuamos, a tomar conciencia y a responsabilizarnos de ello.

El grupo como potencia

El trabajo en grupo nos proporciona este contexto de realidad en el que, de forma inconsciente, se ponen en juego las creencias y necesidades propias, al mismo tiempo que tienen efecto sobre los demás participantes. La experiencia ficticia ofrece el espacio para poder ir más allá de lo que normalmente nos permitimos, y traspasar los limites que nos imponemos o que sentimos como impuestos.

Para actores y actrices es una oportunidad de darse cuenta de aquello propio, de su “yo”, sube al escenario a actuar con él y detectar bloqueos o lugares comunes en los que cae una y otra vez sin darse cuenta y le permite abrir la puerta a nuevos o enriquecidos registros.

Para los participantes sin experiencia teatral es una ocasión de observar las aquello que cada uno proyectamos en uno mismo y en los demás y cómo lo hacemos.

Y para todos y todas es una oportunidad de acercarnos a mantener una relación más consciente con uno mismo y con los demás.

El teatro

Author El teatro

Mª Laura Fernández e Isabel Montero son las autoras del libro: "El teatro como oportunidad". Un enfoque del teatro terapéutico desde la Gestalt y otras corrientes humanistas. Trabajan en el Institut Gestalt de Barcelona, con "Teatro y Gestalt".

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