Los creadores de la Multiplicación Dramática, Kesselman y Pavlovsky, sostienen que es un método es difícil de explicar sin que el cuerpo pase por la experiencia. Las bases de su trabajo las encuentran en la Obra Abierta de Humberto Eco; el despliegue de las variaciones de Meyerhold; el devenir rizómatico de Deleuze; la Heteronimia de Fernando Pessoa, entre otros referentes (ver Parte I en el post anterior). Para los fines de este trabajo haremos una descripción más práctica y menos teórica dela Multiplicación Dramática, que sus autores resumen de la siguiente manera: 1. La escena mostrativa original El trabajo generalmente parte de una escena real o ficticia, que representa un conflicto o un tema de interés para su protagonista. Al igual que en el Psicodrama, se denomina protagonista a la persona del grupo que relata aquello que le sucede: conflictos, temores, deseos, un sueño, algo del pasado o una idea de futuro que quiere trabajar. El resto del grupo asiste al relato poniendo atención a su propia experiencia personal, por ejemplo: el protagonista cuenta una historia dónde aparece una madre que abandona a un niño. Esta historia puede ser una fantasía o bien algo vivido. Después del relato con la ayuda del terapeuta y del grupo, se dramatiza esta escena tal como la es contada por el protagonista. Se puede decir que el protagonista es dueño de esta primera escena, pero cada una de las personas del grupo percibe la escena sintonizando su propio dial y la escena pasa a ser una gran pantalla proyectiva, dónde proyectar la propia vivencia de abandonadores y abandonados. Entonces la madre de la escena original puede ser el padre, en la historia de otro de los integrantes del grupo, o bien un amante, un amigo. Y el niño de la primera escena puede ser el hermano, o el abuelo que ha fallecido hace poco… Entonces la escena original resuena en cada uno de los participantes y vibra con la propia historia y la forma de vivir el abandono.
- 2. Multiplicación de escenas resonantes
Una vez realizada la primera escena el grupo actúa como caja de resonancia para la multiplicación. Los personas que estuvieron observando cómo público, salen a escenificar nuevos argumentos, cómo películas simultáneas. La historia de la madre que abandona al niño de la primera escena se multiplica en otras historias de abandonos. El relato original ya no es el mismo, ha circulado por todos: “Lo que los integrantes del grupo hacen es agenciarse de una parte de la escena original y acoplarla a una sensación, imagen o idea a través de una forma dramática (…) Las multiplicaciones más creativas no tratan de explicar nada, ni de interpretar nada (…) se vence el pudor del entendimiento y se expone a la escandalosa versión de la Experimentación pura”[1]. En el momento de la multiplicación de escenas se trata de actuar, de alejarnos de narrativas explicativas y probar otros caminos. No se trata de solucionar o interpretar la escena original, sino de resonar y expandir aquello la primera escena desata. 3. Comentarios y reflexiones finales de la multiplicación dramática. Al finalizar las escenas resonantes se comparte lo vivido. No se pretende descubrir verdades, ni reducir sentidos, se trata más bien de abrir, de ampliar, de dejarnos asombrar escuchando las múltiples sintonías y vivencias personales. La dramatización propicia la toma de conciencia de nosotros mismo y arroja una creación de la cual somos artífices y responsables. Multiplicar también quiere decir crecimiento de una cosa, plicare significa doblar o desdoblar, en estos múltiples desdoblamientos vamos abandonando nuestra propia visión y ampliando nuestra concepción de la realidad. El pasaje por una escena implica la totalidad de la persona y desencadena estados emocionales y corporales, tensiones o corazas que tal vez no sean tan evidentes fuera de escena. Kesselman y Pavlovsky hablan de movimientos creativos que suceden en la escena que son sazonados por una dulce y húmeda tristeza como forma de oponerse a una imagen hostil, estéril y desértica de una melancolía autodestructiva. Proponen acercarnos al trabajo escénico con un saleroso sentido del humor, sin caer en una actitud evitativa y negadora. También en el teatro asistimos a la multiplicación de sentido. La obra de un autor es modificada por los actores que se adueñan de los personajes, por el director que modifica a su manera lo escrito. En cada ensayo se descubren nuevas intenciones y acciones, hasta que la obra se presenta en público y se vuelve a transformar ante la presencia de los espectadores. A su vez el público que observa la obra agrega nuevos sentidos a lo que ve en el escenario, que parten de su subjetividad, imprimen a la obra su resonancia como público. Según Humberto Eco una obra de teatro no es sólo lo que está ocurriendo en la escena, sino también la multiplicidad de versiones que se van dando en cada espectador. El autor del texto original puede sentirse presa de una transgresión múltiple que aleja su obra del sentido inicial o bien puede maravillarse con el vuelo que toma su creación. Esto mismo podría sucederle al protagonista (autor) de la primera escena dela Multiplicación Dramática, tal vez el despliegue de su escena le resulte ajeno o quizás pueda descubrir formas que parecían dormidas o veladas en su escena. En la Multiplicación Dramáticael texto o escena original es un borrador sobre el cual podemos volver a escribir la historia, sus autores citan a Borges cuando señala: “Todos los textos son borradores. Los únicos textos definitivos son sólo fruto de la religión o del cansancio”[2].