Reinhardt
Max Reinhardt (1873-1943) fue uno de los directores más relevantes de este nuevo movimiento teatral en Alemania. Reinhardt se aleja del teatro naturalista de su época, porque lo considera espeso y gris, y se interesa por un teatro que vaya más allá de la descripción de ambientes y la crítica social del realismo, desea encontrar la espontaneidad y la creatividad en las formas, pero sin perder los logros del naturalismo y el realismo, respecto a la verdad y autenticidad en la escena. Como sucedió en otros países, también en Alemania después de llegar a un punto de extrema realidad en la escena debido al teatro realista y naturalista, comienza un período de experimentación artística profunda, que busca la creatividad más allá de las palabras escritas y pone el énfasis en la experimentación del actor y en el montaje escénico.
Reinhardt une el teatro con el Cabaret y el espectáculo de calle que históricamente se utilizaron para caricaturizar a la sociedad. Annie Chevreux en el libro “El Berlín de Perls”, dice que Reinhardt “Grita, vomita, protesta por la dureza de la vida igual que adhiere a la risa, al humor, a las ganas de divertirse[1]”. Su teatro es instintivo y vital, no aburre con piezas bonitas como sucedía en los escenarios de su época. En 1902 redacta un Manifiesto dónde expone: “Quiero que el teatro traiga otra vez alegría al pueblo, que los arranque de la miseria de la vida cotidiana, más allá de ellos mismos, hacia la atmósfera pura y alegre de lo bello… Y creo en un teatro que pertenezca al actor… dándole libertad para actuar en todos los sentidos y desplegar su alegría en la travesura y en la magia de la transformación…[2]”
A principios del siglo XX Max Reinhardt, con treinta y dos años, se consagra como el más importante director de Alemania. Son los años en que Fritz Perls lo conoce personalmente y se siente atraído por él, retomaremos el tema de la relación de Perls con Reinhardt más adelante cuando hablemos dela Gestalt y el teatro.