El teatro de principios de siglos XX en la ciudad de Berlín, dónde vive Fritz Perls, es influenciado por las nuevas corrientes del pensamiento y la cultura, el teatro deja de ser reino exclusivo del cristianismo burgués para convertirse en un foro del pueblo, que apunta a la conciencia del hombre y comienza a hablar sin tapujos. En las artes pláticas se empieza a pintar en forma más salvaje, se muestra lo caótico o desastroso sin maquillar la realidad. Escribe Nietzsche en “El origen de la tragedia”: “… el arte no es solamente una imitación de la realidad natural, sino un suplemento metafísico de la realidad natural, yuxtapuesto a la misma para contribuir a vencerla[1]”
En el libro “Terapia Gestalt. La vía del vació fértil” publicado en el 1999, Francisco Peñarrubia comenta la relación de Fritz Perls con el teatro de Reinhardt, y en la nueva edición ampliada de este libro en el 2009 profundiza sobre los aspectos de la afición de Perls por el teatro y cómo estas experiencias influyeron en su forma de hacer terapia. Fritz Perls comienza a hacer teatro antes de convertirse en terapeuta, se dice que Perls amaba el teatro, su madre, Amalia, había sido una apasionada del teatro y la ópera. En su juventud Perls trabajó como actor en la compañía de Max Reinhardt, que como ya hemos comentado fue un célebre director teatral que impresionaba tanto por su arte como por su carácter. Perls conoce a Reinhardt cuando es adolescente, con él aprende el oficio de actor y se siente atraído por la presencia de Reinhardt y por su manera de hacer teatro. Se dice que Perls quedó cautivado por éste hombre que estaba haciendo historia en el teatro alemán y posteriormente también en el cine, tanto en Alemania como en Estados Unidos, dónde tuvo que emigrar ya que como judío se opuso abiertamente al nazismo. En palabras de Perls podemos leer: “Max Reinhardt fue el primer genio creativo que conocí. Su idea era que los sueños de los escritores tenían que hacerse verdaderos… Nada quedaría sin ser revisado, hasta que la obra trascendiera en un mundo de realidad, dejando al mismo tiempo cabida a la fantasía del auditorio”[2].
El teatro de Reinhardt convida a la libertad y a la experimentación. Su forma de trabajar con los actores se asemeja a la de Stanislavski en que profundiza en el fuero interno del actor, pero deja un amplio espacio para la fantasía y la experimentación. Reinhardt realza el trabajo con el cuerpo y la voz de los actores, busca lo genuino en la actuación para que el actor se haga carne con el personaje y su actuación derive de un contacto íntimo con aquello que interpreta. El mismo Reinhardt se ocupaba de la formación de sus actores, experimentaba con la improvisación y buscaba que el actor se dejara ir con su propia creatividad. Con un estilo muy personal, Reinhardt siembra la semilla de lo que será la base del teatro moderno.
En su teatro también el público se ve implicado con fuerza en la historia, se lo sitúa de manera que quede inmerso en la acción. En las puestas en escena de sus obras, utilizaba decorados intimistas y sólo permitía la entrada a un grupo muy reducido de espectadores que quedaban casi metidos en la escena. El objetivo de Reinhardt era que los espectadores pudieran captar hasta los gestos más sutiles de los actores, y la vibración de la escena alcanzaba todo el recinto. Posiblemente esto influyó en el modo de Perls de concebir la terapia grupal, en algunos de sus vídeos podemos observar que cuando trabajaba con una persona los demás participantes del grupo quedaban involucrados en la vivencia, como si el grupo constituyera una gran caja de resonancia.