En este capitulo publicamos algunos textos y apuntes sobre cual es el papel del terapeuta y director.Y que tiene en comun Gestalt y el Teatro:
TERAPEUTA Y DIRECTOR:
De la misma manera que el terapeuta confronta lo manipulativo y apoya lo genuino, el director teatral ataca y cede, provoca y se retira, hasta que comienza a aflorar lo invisible, hasta que los actores logran la autenticidad en su propio trabajo. Para Brook la labor del director consiste en captar dónde desea llegar el actor y qué le impide alcanzar sus objetivos, como podemos ver este es un objetivo muy afín a la gestalt de Perls.
El director teatral poco a poco tiene que desaparecer y la noche del estreno el actor esta sólo ante el público, de la misma manera que el terapeuta va desapareciendo, en la medida que el paciente logra autoapoyo, porque en definitiva el terapeuta no es nadie en la vida del cliente y no estará a su lado más que unas pocas horas.
Grotowski señala que en el trabajo de dirección hay algo incomparablemente íntimo, que debe ser cuidado, confiado y con libertad para explorar las posibilidades de cada persona. Sostiene que el crecimiento como director se logra por observación, sorpresa y deseo de ayudar. Para Grotowski su trabajo como director supone un crecimiento mutuo del actor y de él mismo en la tarea de ayudarlo, dice: “el actor vuelve a nacer, no sólo como actor sino como hombre y con él yo vuelvo a nacer. Es una manera muy torpe de expresarlo pero lo que se logra es la aceptación total de un ser humano por otro”. Al igual que en la gestalt no se trata de instruir o dirigir, sino de lograr una aceptación transformadora y liberadora, que puede sentirse cómo un volver a nacer. Un buen director no impone una manera de actuar, sino que ayuda al intérprete a revelar su propio arte, captando los movimientos sutiles que se manifiestan en la persona. Grotowsky habla de la preparación teatral como un proceso en que lo oscuro se vuelve transparente, para ello entabla una lucha con la verdad íntima de cada uno, en un esfuerzo por desenmascarar el lo que él llama “disfraz vital” de cada persona, para que el actor desafíe sus tabúes y se atreva a la transgresión del sí mismo.
Tanto en el teatro como en la terapia, el abandonar las máscaras cotidianas puede suceder por casualidad, por inspiración divina o por trabajo con uno mismo. En el teatro hay muchos ejercicios que apuntan a dejar de lado nuestras propias barreras o mentiras, dice Brook: “La finalidad de un ejercicio de adiestramiento es reducir, estrechar más y más el área personal, hasta que quede revelado el origen de una mentira… el director descubre que cualquier técnica es aprovechable y que ninguna técnica lo abarca todo…sabe que pensamiento, emoción y cuerpo no pueden separarse, pero comprende que a menudo debe realizarse una fingida separación”. Peter Brook sostiene que para que un pestañeo del actor pase a todo el organismo se requiere una gran entrega del actor y un trabajo comprometido consigo mismo. Muchas veces los actores jóvenes pueden entregarse más fácilmente a ser penetrados por el papel, al igual que los niños o los intérpretes no profesionales, pero con el correr de los años esos mismos jóvenes levantan sus propias barreras, lo ideal sería integrar, en uno mismo, la inocencia, con la experiencia; la espontaneidad y el conocimiento y esta misma integración puede resultar muy útil en la terapia. El trabajo entre actor y director o entre terapeuta y paciente, nos invita a atrevernos a ser nosotros mismos y a la vez ir más allá de nosotros mismos, un movimiento que se acrecienta en el intercambio con los demás en una visión estereoscópica de la existencia.